Liberar los sentidos de ignorancia

Cuando el hombre permanece imbuido en las cosas del mundo que le causan excitación a los sentidos, se muestra en él un deterioro progresivo ...

Cuando el hombre permanece imbuido en las cosas del mundo que le causan excitación a los sentidos, se muestra en él un deterioro progresivo en su capacidad de asimilación. Para salir de esto es necesario que algo o alguien lo hagan reconocer que las cosas superfluas o banales con las que se compromete, erosionan la intimidad de la psiquis con fuertes traumas.

Las fantasías o alegorías de placer que se producen por alienantes vicios, provocan finalmente el delirio (delirio tremens), y por ende se arraigan en el Ser, la codicia y el egoísmo.

Estos sentimientos ordinarios crean ansiedad y depresión, cuando descubre que las cosas por las que se integró, identificó e involucró, le hacían creer que estas daban la tan anhelada felicidad.

Pero ahora ya pierden su valor y satisfacción en el cambiante ego y sus ansias de gloria. Cuando esto ocurre, ya con la mente obnubilada, ese mismo hombre compite en una carrera sin meta definida porque los apegos y deseos del mundo lo convierten en el mítico personaje: “Tántalo y su austero suplicio”. Atado a un árbol (los sentidos) con la sed y hambre (las apetencias) que lo hacen desfallecer.

Observa ante sus ojos el agua fresca y cristalina (el conocimiento), haciendo con esto más tormentoso el drama de sufrimiento que se pueda padecer. Este es un buen ejemplo para que el hombre entienda que tiene a mano el conocimiento de la verdad, y que ésta debe ser su propósito en la vida de realizar a Dios.

Después advertirá que esto propende también al disfrute y gozo de la felicidad. En cambio, si permanece atado a los vicios y sentidos no podrá nunca lograrlo.

Cuando este mismo hombre decide volver sobre sus pasos e incursionar en el sendero iniciático, ya para entonces habrá hipotecado su dignidad espiritual y humana con intereses muy altos que no puede solventar por el maltrato moral de su ser. Su conducta se ha deteriorado con agravantes de dolor por la ansiedad y depresión que lo acosan. Sin embargo, todo esto tiene como escenario el mundo, que es el más poderoso detonante para concurrir en tórridas pasiones; pero, si se obtiene el dominio de los sentidos con disciplinas, el desarrollo del amor y el conocimiento de Dios, todos estos efectos de dolor y deterioro pueden revertirse. También es necesario entender que es en este mundo donde se deben transcender los apegos y deseos, con una elaborada y puntual observación de los pensamientos y sentimientos.

Pudiendo lograr con esto una inminente transformación al desgarrar con autoritaria voluntad, conciencia y decisión, la vestimenta de ignorancia con la cual se vistió el viejo hombre, y como consecuencia impulsa el resurgimiento a una nueva criatura forjada en Dios, y en amor a Dios.



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