EJEMPLO: Tener un solo brazo no impide a Abel Rodríguez jugar béisbol

A pesar de su deformación física, lanza, batea y juega en la receptoría Pedro G. Briceño Santo Domingo Mientras decenas de personas con dis...

A pesar de su deformación física, lanza, batea y juega en la receptoría

Pedro G. Briceño
Santo Domingo
Mientras decenas de personas con discapacidad física deambulan por las calles entregados a la mendicidad, el niño Abel Rodríguez sueña con firmeza en cursar una carrera universitaria y además juega al béisbol.

Aunque desde que observó la primera luz, un 17 de diciembre de 1998 fue golpeado por la vida al nacer con deformaciones en el brazo derecho, este jovencito con espíritu de hierro y la vitalidad de echar hacia adelante ha vivido la primera parte de su etapa como todo niño normal, ayuda a sus padres en tareas del hogar, asiste al colegio, practica baloncesto, juega nintendo, lanza, batea, y se desempeña en la receptoría hasta con más entrega que los “muchachitos” de su edad.

Esto así, porque a pesar de no poseer el brazo derecho, en su hogar va acumulando trofeos obtenidos por su participación en los torneos que celebra la Liga de Béisbol los Trinitarios, entidad donde juega desde que tenía los seis años.

Abel representa uno de esos casos extraños que acontecen pocas veces en la vida, de personas a quienes la discapacidad físico-motoras no los detiene en su ruta hacia conseguir un porvenir, amparado en un esfuerzo propio y consistente, claro, con el desinteresado soporte de sus padres.

Hijo del matrimonio integrado por Eusebio Francisco Rodríguez (Maestro de pintura y desabolladura) y Fátima Mesa, Abel estudia en la mañana en el colegio República de Bélice y cursa el octavo grado, en tanto en la tarde asiste al play a entrenar y jugar junto con más de dos docenas de compañeros.
Ya integrado en el grupo llama la atención de inmediato por su discapacidad, pero la misma se hace más notoria cuando lo observan lanzar con efectividad, colocarse los aperos de cátcher con mayor rapidez que los niños normales y batear con una destreza hasta superior que la de sus compañeros.

“Cuando nos corresponde escoger una selección para jugar con otros equipos de la capital o el interior del país, el nombre de Abel siempre figura en el grupo, posee mucha sangre y entrega para el juego”, expresa Amaurys de Jesús Reynoso, su entrenador.

“Me gusta el béisbol, cada tarde estoy jugando pelota, si no asisto al play lo hago con los amiguitos de por mi casa”, señala Abel, un admirador de David Ortiz y de Vladimir Guerrero, quien además adora observar los partidos entre Yankees-Boston y se define como seguidor de las Águilas.

Tiene aspiraciones A pesar de su deformidad tiene sus aspiraciones en el béisbol, pero está claro que su futuro es algo difícil, pues en la medida que vaya creciendo la situación se tornará en algo más complicado.
Por intuición propia una mañana le dijo a su padre que quería jugar béisbol y éste lo complació, pues desde muy pequeño este pasatiempo le llamó la atención. Antes jugaba en una liga en la Cruz de Mendoza.
Con cierta timidez responde ante las preguntas formuladas por Listín Diario que “me gusta jugar mucho y más si es en torneos”, sin embargo con un grado de orgullo, contesta que en su casa tiene trofeos conquistados como pitcher del año y Jugador Más Valioso, logros alcanzados en el último torneo organizado por la Liga los Trinitarios, en la parte Oriental de Santo Domingo.

“Admiro su entereza, siempre atento al juego y dispuesto a mejorar cada día, su caso es excepcional”, expresó Alberto Arias, presidente de la Liga los Trinitarios sobre este niño que más bien representa un ejemplo a ser imitado.

La historia del béisbol registra apenas dos casos de jugadores que han participado en las Grandes Ligas sin poseer una de sus extremidades superiores. Se recuerda de un jardinero de nombre Peter Gray, quien con un solo brazo patrulló en 1945 los jardines de los Cardenales participando en 77 partidos y bateó para .218 (234- 51), sin jonrones y trece remolcadas.

Mientras que más de medio siglo después, Jim Abbott irrumpió en las Mayores con la etiqueta de fenómeno y con un solo brazo permaneció por una década lanzando en la gran carpa, donde conquistó 87 victorias actuando para Anaheim, Yankees, Medias Blancas y Cerveceros.
En su caso, se recuerda un partido sin hits lanzado el cuatro de septiembre de 1993 ante los Indios de Cleveland, vistiendo la camiseta de los Mulos.

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