La monja que besó a Elvis Presley
Fue la primera mujer que besó a Elvis Presley en una película: en el filme "Loving you", estrenado en 1957. En ese entonces él er...

En ese entonces él era un retoño y ella una rubia de ojos azules que muchos directores de Hollywood anhelaban como musa.
Sus carreras a penas despegaban pero ella, Dolores Hart, de 25 años, decidió dejarlo todo, incluida la fama, para convertirse en monja.
Así, la última vez que se le vio entre el glamour y las alfombras rojas fue en la entrega de los premios Oscar de 1959 donde fue la presentadora. Hasta que más de medio siglo después volvió a pisar la alfombra del teatro Kodak de Los Angeles, en la 84 edición del premio, el domingo pasado.
En esta ocasión no llevaba lentejuelas ni maquillaje, como en otra época, sino su hábito de madre superiora. La acompañaban por las dos directoras del documental "God is the bigger Elvis" (Dios es más grande que Elvis) que cuenta su transformación y que fue nominado para una estatuilla.
"Ha vuelto a su casa", comentó Rebecca Cammisa, una de las directoras, mientras la madre Dolores, de 73 años, saludaba a las cámaras.
A su lado desfilaban estrellas consagradas: Meryl Streep, Gary Oldman, George Clooney sin imaginar que aquella mujer alguna vez estuvo destinada al Olimpo de Hollywood, pero lo abandonó.
El beso "más largo" del cine
En sólo cinco años Dolores grabó diez películas con actores como Montgomery Cliff, Anthony Quinn, Robert Warner, George Hamilton y Elvis.
Y su beso es considerado por muchos críticos como uno de los más largos de la historia del séptimo arte, aunque no por su duración en la pantalla sino por las repeticiones que les pedía el director.
"Nos sonrojamos varias veces, así que el director cortaba la escena, pedía que nos maquillaran y volvíamos a empezar. En la pantalla sólo duró 15 segundos pero en la memoria lleva más de 55 años", detalla la religiosa desde la abadía Reginan Laudis de Connecticut (EE.UU.), que aparece en el documental.
Hasta allí se acercaron las directoras para conocer la leyenda de la monja que besó a Elvis y que, además, es miembro con voz y voto de la Academia que entrega los Oscar.
Durante décadas Dolores se alejó de Hollywood hasta que en 1990 le convencieron para que siguiera conectada.
Le llevaron un televisor y un reproductor de video que guardó en el sótano del convento. Allí, en medio de los loros del lugar, analiza a los candidatos y luego envía su voto por correo.
Fuente: www.bbc.co.uk