Las verdaderas razones para ser feliz
No sé si se ha fijado usted en algo raro. Las personas que no tienen lo que desean no son felices. Pero si se empeñan en conseguirlo y final...
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No sé si se ha fijado usted en algo raro. Las personas que no tienen lo que desean no son felices. Pero si se empeñan en conseguirlo y finalmente lo logran, su felicidad será muy breve, porque pronto empezarán a desear otra cosa, creyendo que cuando lo tengan entonces sí serán felices... Pero...
Parece que, en consecuencia, lo más importante para cada ser humano es descubrir qué es lo que debía querer para ser verdaderamente feliz. Y, más aún, agregaba San Agustín que sólo puede darnos la felicidad algo que, una vez poseído, no podamos perder.
En el evangelio de hoy (Mateo 5, 1-12) aparecen las fórmulas de felicidad que ofrece el hombre más sabio que jamás ha existido: Jesús de Nazaret.
A éstas fórmulas las llaman “bienaventuranzas” (Una persona “bienaventurada” no significa otra cosa que feliz o dichoso).
Cuando usted lea u oiga este evangelio, dese cuenta de que Jesús habla de sí mismo, revelando cómo es que Él es tan feliz.
¿Tiene usted fe? ¿Fe madura o inmadura?
Hay una fe inmadura que corresponde a una imagen infantil del Dios arregla-problemas. He visto a personas perdiendo esta fe cuando le piden a Dios que arregle un problema y Dios no los complace.
También hay otra fe inmadura que piensa que a Dios hay que ganárselo.
Ellos preguntan ¿qué tenemos que hacer? (Juan 6,28) y la respuesta de Dios es desconcertante. No se trata de hacer para luego cobrar, sino de “creer en Él, de acoger la iniciativa de Dios, de recibir el don sin más” (“Seguir a Jesús la vida ordinaria”, pág. 233).
La pregunta de hoy
No entiendo: ¿entonces el cristiano no tiene obligaciones con Dios?
El cristiano tiene una relación personal, íntima y cariñosa con el Padre, cree en él, cree en su amor incondicional y gratis.
Lentamente se va dejando llenar el corazón de ese amor inigualable, y ese amor lo va convirtiendo en un hijo que cada vez se parece más a su Padre.
El cristiano no es amable por obligación ¡No!. Es el mismo Dios repartiendo su amor a los demás a través de él, un pobre pecador sin ningún merecimiento ni mérito que reclamar.
Igualmente podríamos decir, que el cristiano no perdona por obligación. ¡No! Eso sería algo forzado y falso. El cristiano perdona porque ha tenido la deliciosa experiencia de ser perdonado por su Padre, y desea hacer lo mismo en correspondencia lógica a esa misericordia que ha recibido.
En la medida que esa relación personal, íntima y cariñosa con el Padre va profundizando día por día, el Espíritu Santo lo irá conduciendo suavemente, y como resultado terminará haciendo la voluntad de Dios mucho más que si fuera obligación o solo por cumplimiento (cumplo y miento).
“Nuestro Señor tiene todas las perfecciones
que podamos imaginar,
pero –me atrevería a decirtiene
una gran debilidad.
Cuando se trata de su amor por
nosotros, es ciego.
Jesús se estremece de alegría
cuando sus amigos,
después de cada ofensa,
vienen a pedirle perdón
echándose en sus brazos,
y dice a sus ángeles
lo que el Padre del hijo pródigo
dijo a sus criados:
“Pónganle un anillo en la mano,
y hagamos una fiesta”
Santa Teresita de Lisieux.
Fuente: http://listindiario.com.do